Si camina por las calles de Guadalajara, puede que entre sus barrios de antaño encuentre la pasión convertida en pan. Y es que a pesar del paso del tiempo, existen familias que, con ímpetu y a lo largo de sus generaciones, continúan creando estas delicias azucaradas que alimentan cuerpo, historia y corazón.
Desde la cema de nata hasta el pan de elote, pasando por toda clase de tesoros rellenos de crema pastelera, esperan aquí, un modesto lugar con cuatro decenios de puertas abiertas. ¿Su fundador? Un oriundo de Michoacán. Su nieta, Paola Maldonado, explicó que pertenece a la cuarta generación, y aunque en algún momento decidió alejarse del oficio, “es algo que lo traes en la sangre”, confiesa. Ubicado en la concurrida colonia San Juan de Dios, el lugar es visitado tanto por niños como abuelitos tapatíos que toman su charola y pinzas para elegir su pieza favorita, de entre 50 variedades que se preparan para ofrecer una bonita postal que atrae a los transeúntes. “Viene gente de todos lados de Guadalajara, y hasta de Zapopan”, explican. La amabilidad y calidez son garantía.
"La Chorreada"
Todos preguntan por ella, pero algunos se quedan sin conocerla. Se trata de la chorreada, una delicia de forma redonda, gran tamaño y con un rostro lleno de lunares (trozos de piloncillo derretido al calor del horno).
PANADERÍA DON TOÑO Dionisio Rodríguez 246, casi esquina Abascal y Souza. T/3617-6007. Chorreada: $15
Clemente Montes Salazar, originario de Tequila, es panadero desde los 16 años. Con 83 cumplidos, continúa en el oficio al lado de los suyos, sin perder un aspecto importante, “hacerlo a la antigua. Un pan artesanal, a mano”, explica. Quizá por ello y a diferencia de otras panaderías, percibirá más de un aroma, pues cada clase de pan cuenta con su propia masa. Aunque el amable personal de este lugar reconoce que las tiendas de autoservicio afectaron a quienes como ellos se dedican a esta lejana tradición, uno de sus puntos a favor es que el cliente “encuentra piezas que no hay en otros lugares, como las ciudadelas, ahualulcos, costras y buñuelos de miel”. Con 50 años de experiencia, la familia Montes es conocida por su rosca de reyes y empanadas.
"El Picón"
Por mucho el favorito del público, pan redondo y suave al que encontrará tanto pequeño como grande. “Aquí se quiebran 120 blanquillos diarios para hacerlo”, explican, por lo que puede esperar una deliciosa pieza de corazón amarillo.
PANADERÍA MONTES
Calle Jesús 383, a una cuadra de la Capilla de Jesús. T/3825-7494. Picón: $30
95 años interrumpidos han pasado desde marzo de 1917, tiempo en el que una mujer decidió abrir esta panadería, en el barrio del Santuario. Actualmente, su tercera generación explica que no se conoce la razón del nombre, pero hay versiones que lo atribuyen a la cercanía “de un candil en la calle, cuando el alumbrado público era deficiente. La luz era un punto de referencia”, apuntan. Y aunque siempre ha permanecido en el mismo sitio, sus propietarios recuerdan que durante los primeros años “se tenía la costumbre de exhibir el pan detrás de un mostrador, no era de autoservicio, la gente señalaba las piezas y se les entregaba en papel estraza”. Con una atmósfera tranquila que combina la tradición con la modernidad, parece que el sabor de las 70 figuras de pan permanece intacto.
LA LUZ
Herrera y Cairo 480. T/3613-6148. Cema de granillo: $6 Concha: $6
121 años y contando. Esta panadería presume ser la primera de Zapopan, Ahí se prepara el bolillo y todas las piezas de pan, el típico pan de pueblo, no es extraño que se trabaje durante mañana, tarde y noche, para complacer el antojo de sus clientes, que son “gente de aquí y hasta de otros estados o que se fueron a Estados Unidos, pero recuerdan cuando sus abuelos los traían”. En su entrada, tres grandes canastas reúnen las piezas de pan como se acostumbraba entonces.
LA IMPERIALEva Briceño 44, centro de Zapopan. T/3633-0060. Bola dulce: $8 Bolillo: $4.50
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